Una tarde de verano decidimos dar
un paseo por el campo. Al vadear un río, atravesamos una zona de tupida
vegetación y oímos un ruido. Durante unos segundos nos quedamos quietos, el
latido cardiaco se detiene, los sentidos se agudizan. Quizá decidimos que no es
nada importante y reanudamos la marcha o quizá comentamos a sentir calor,
inquietud y la mente comienza a hablarnos muy rápido hasta que decidimos
alejarnos a prisa del lugar.
En otro escenario, tras un duro día de trabajo, nos sentamos en
la playa a contemplar una puesta de sol buscando un poco de silencio. Mirando
al horizonte sentimos como los pensamientos se alejan y nos invade una profunda
sensación de paz. Los pensamientos se aquietan y el cuerpo comienza a vibrar
hasta que deja de ser perceptible. De repente sentimos que somos uno con lo que
nos rodea, que a veces vivimos ilusiones creadas por nuestros pensamientos. No
recordamos cuanto tiempo estuvimos así, solo que al regresar a casa algunos de
nuestros valores parecen haber cambiado.
En la primera
situación, el miedo dispara los pensamientos y estimula la alerta del
organismo, nos preparamos para la huida ante un posible peligro; el cuerpo segrega
sustancias que activarán los músculos para facilitarnos una rápida respuesta
mientras la mente analiza sin parar lo que ocurre y las posibles soluciones. En
la segunda situación, nos abandonamos a la contemplación y de repente nos
volvemos transparentes, se instala entonces un profundo sentimiento de gratitud
y de trascendencia. Ambas situaciones son diametralmente opuestas, tienen en
común que “nos sentimos” de una determinada manera. Para diferenciar,
llamaremos emociones a las primeras y sentimientos a los segundas.
Las emociones están presentes en muchas
especies animales. Algunas como el miedo o la ira son respuestas de
supervivencia, otras como la alegría o la tristeza nos informan del valor que
tienen las cosas para nosotros. No hay nada malo en ellas, cumplen una función
biológica importante. Lo que nos hace especiales a los seres humanos es que
pensamos. Pensar significa que podemos modular estas respuestas analizando una
situación, y también significa que la manera en que entendemos el mundo
influirá en nuestra respuesta emocional.
En las emociones humanas un aspecto fundamental es el aprendizaje.
Los niños aprenden a tener miedo a ciertos animales según las reacciones que observan en sus padres.
Hay factores culturales, asociamos emociones a situaciones o seres
vivos con los que nunca hemos tenido una experiencia directa en función de lo
que nos enseñan sobre ellos, así se explica el prejuicio. Otros dependen más de
la historia personal, como por
ejemplo que tengamos un ataque de pánico al ver una abeja, si sabemos que somos alérgicos y ya
conocemos las consecuencias, o
caminar con miedo por una calle oscura de una ciudad si en el pasado tuvimos
una mala experiencia. Y finalmente hay factores que tienen que ver con las creencias que sostenemos sobre nosotros
mismos. Una buena autoestima nos hace sentirnos competentes para resolver
cosas y nos vacuna contra lo que otros piensan de nosotros. Hoy vivimos en
sociedades poco expuestas a peligros naturales, son las relaciones sociales o laborales
las que pueden desencadenar fuertes emociones aunque los peligros no sean tan
objetivos o reales, por lo que
conocer la manera en que interpretamos los acontecimientos en términos de autoimagen
es fundamental.
Solidaridad |
En resumen emociones
y sentimientos son estados del SER porque afectan a la totalidad
(física, emocional, mental y espiritual). Tienen que ver con experiencias
externas o internas que se modulan fácilmente por los pensamientos. Son totalmente naturales, la tarea no
es negarlos sino conocerlos. Son muy
útiles, pueden ser un excelente mecanismo de supervivencia, nos
proporcionan información en relación al exterior o a nosotros
mismos por lo que nos dicen exactamente donde estamos y como podemos
evolucionar. Pueden sumirnos en la oscuridad o elevarnos al infinito. En el caso de la emociones el riesgo es no
saber como dejarlas ir cuando ya no son necesarias de forma que no se
queden dentro y se extiendan a otras situaciones o condicionen nuestro
carácter. Los sentimientos (las
emociones mas ligeras y vibrantes) son sin embargo Estados que debemos
cultivar: son fuente de conocimiento más allá del pensamiento; nos vuelven saludables, más
cooperativos, más vitales y creativos,
y de ellos emana un comportamiento moral más anclado en la experiencia y menos
en el dogma.
PARA UNA BUENA GESTIÓN DE LAS
EMOCIONES:
Se resume fundamentalmente en
aprender a convivir con las emociones con transparencia y aceptación, aprendiendo
de ellas cuando ocurren y sabiendo dejarlas en el pasado cuando pasan. Después aprende a transformar las emociones en sentimientos y trata de vivir así, observa como esto suaviza el cuerpo, cómo amplía tu campo energético, cómo cambia tu manera de pensar, de sentir, tu comprensión de las cosas, es un camino de espiritualidad.
Lo que más nos puede ayudar:
Lo que más nos puede ayudar:
1.- Presencia: Se trata de desarrollar una cierta
capacidad de ponerse detrás de lo que
ocurre, incluyendo la experiencia subjetiva. Es lo que los meditadores
llaman el testigo o el observador. Los seres humanos tendemos a tomar partido enseguida, juzgando como bueno o malo, y atribuyendo verdad o falsedad. Podemos
acostumbrarnos a ser observadores algo más imparciales lo que nos permitirá sentir mucho
mejor el peso de todos los factores objetivos y subjetivos.
2.- Consciencia corporal: Tenemos que ser capaces de
seguir el recorrido de las emociones en el cuerpo. Nos ayudará a identificarlas
mejor, a ver la relación entre las emociones y los órganos y entre el estado de
estos y la calidad de los pensamientos. Si
nos alejamos mucho de las sensaciones corporales corremos el riesgo de vivir en
un mundo mental y emocional demasiado virtual, muy lejos de lo que pensamos y sentimos en realidad. Habría
que irse acostumbrado a “sentir los pensamientos”.
3.- Creencias: Por un lado qué pensamos de lo emocional en general, si lo vemos como un aliado o una enemigo, como una parte fundamental del ser humano o como un residuo inútil. Algunas personas creen que las emociones nos vuelven débiles y otras que son un impedimento para el conocimiento objetivo, otras simplemente se ven incapaces para convivir con ellas. Si pensamos así será más fácil ignorarlas o reprimirlas. Por otro
lado hay que recordar que reaccionamos según la interpretación que damos a las
cosas. Las atribuciones que hacemos en
una situación específica y las creencias en general que tenemos sobre el mundo
y nosotros mismos influirán en la aparición y modulación de las emociones.
4.- Condicionamientos y bloqueos. Los seres vivos automatizan respuestas según sus experiencias pasadas, a esto le llamamos condicionamiento. Personas o situaciones nos pueden producir una respuesta emocional inmediata solo por el hecho de que se parezcan a otras significativas de nuestra historia personal. Si estas respuestas nos crean problemas conviene hacernos más conscientes del condicionamiento para intentar resolverlo, muchas veces es suficiente con darnos cuenta de que es un hábito, lo que nos da la oportunidad de probar otros caminos. A veces la reacción es muy turbadora lo que nos indica que somos víctimas de los restos de un antiguo trauma. Si esto ocurre, reconstruir mentalmente los sucesos del pasado no siempre soluciona el problema, a veces incluso puede que solo sirva para reforzar las respuestas desadaptativas. Es importante trabajar con el cuerpo en la recuperación de estos bloqueos. La meditación y el trabajo corporal consciente (por ejemplo el Qi Gong) pueden ayudar a liberar los mecanismos naturales de curación. La terapia craneosacral (en especial la versión biodinámica) puede ser también un buen recurso.
4.- Condicionamientos y bloqueos. Los seres vivos automatizan respuestas según sus experiencias pasadas, a esto le llamamos condicionamiento. Personas o situaciones nos pueden producir una respuesta emocional inmediata solo por el hecho de que se parezcan a otras significativas de nuestra historia personal. Si estas respuestas nos crean problemas conviene hacernos más conscientes del condicionamiento para intentar resolverlo, muchas veces es suficiente con darnos cuenta de que es un hábito, lo que nos da la oportunidad de probar otros caminos. A veces la reacción es muy turbadora lo que nos indica que somos víctimas de los restos de un antiguo trauma. Si esto ocurre, reconstruir mentalmente los sucesos del pasado no siempre soluciona el problema, a veces incluso puede que solo sirva para reforzar las respuestas desadaptativas. Es importante trabajar con el cuerpo en la recuperación de estos bloqueos. La meditación y el trabajo corporal consciente (por ejemplo el Qi Gong) pueden ayudar a liberar los mecanismos naturales de curación. La terapia craneosacral (en especial la versión biodinámica) puede ser también un buen recurso.
Transparencia |
6.- El Ego. ¿Quién soy? Si nos hacemos esa pregunta
seguramente haremos una larga lista de adjetivos y categorías. Nos situaremos
en un continuo valorativo entre rasgos cuyos extremos son positivos y
negativos. También podemos aceptar como identidad al observador y este no se
define, no tiene rasgos, solo es. La diferencia es que el Ego está poniéndose
continuamente a prueba. Si tengo éxito
me siento bien, si fracaso mal. Tanto el éxito como el fracaso son relativos
pero ambos inciden en el juicio que hace el ego de sí mismo. Recordar que los
juicios son siempre arbitrarios, generalmente de naturaleza cultural y son
siempre una decisión personal y ni siquiera a veces racional. Una vez más la cuestión es no quedarse
demasiado en contenedores trabados por pensamientos, mas ser y menos “tener”
juicios. Una cuestión importante para nosotros es que el Ego se nutre de la actividad mental. "Poseer" contenidos es importante para él y no acepta bien el vacío ni que se cuestione lo que ha hecho suyo. Es por esto que además de alterarnos emocionalmente cuando nos valoramos negativamente también mostramos mucha resistencia a cambiar nuestras creencias incluso cuando la realidad se muestra obstinada. No hay nada personal en esto, es su naturaleza. la llegada del "testigo" nos permitirá poco a poco irnos desapegando de las cosas a las que nuestro Ego está aferrado, sin esas cosas no existe.
7,- Cultivar los Sentimientos. Como hemos visto emociones y sentimientos son estados antagónicos del SER. A veces una manera fácil de salir de una emoción es evocar un sentimiento. si bien tanto unos como otros son cualidades humanas y están ahí podemos desarrollar hábitos en una dirección u otra. En gran parte el crecimiento espiritual depende del estado de apertura en que vivimos. Intenta traer al momento presente la disposición personal que mas te convenga, al fin y al cabo nosotros elegimos.
7,- Cultivar los Sentimientos. Como hemos visto emociones y sentimientos son estados antagónicos del SER. A veces una manera fácil de salir de una emoción es evocar un sentimiento. si bien tanto unos como otros son cualidades humanas y están ahí podemos desarrollar hábitos en una dirección u otra. En gran parte el crecimiento espiritual depende del estado de apertura en que vivimos. Intenta traer al momento presente la disposición personal que mas te convenga, al fin y al cabo nosotros elegimos.
8.- Equilibrio general. La hora del día, la estación del año, la alimentación, el
estrés, el sueño, la satisfacción con el trabajo, el nivel de realización
personal, dar y recibir afecto, el estado de salud, todo esto influye en la
predisposición a tener unas emociones y otras. Como siempre se trata de
equilibrio. Algunas técnicas nos pueden ayudar a
experimentar y comprender mejor como sostener este equilibrio, en especial las respiratorias, las que
actúan sobre la circulación energética y la meditación.
ENLACES
Las emociones en la práctica del Qi Gong Alquimia Taoísta. Longevidad e inmortalidad
Centrate, aquieta los pensamientos, conoce la intención Meditación en el Dan Tien superior
El factor emocional en la salud Claves para una buena salud
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